Ultima actualización: 09 junio 2011

10 preguntas sobre BDSM: Esto del BDSM me atrae: ¿soy un bicho raro?

10 preguntas sobre BDSM

9- Esto del BDSM me atrae: ¿soy un bicho raro?
¿De verdad que has pensado esto? Pues quítatelo ya de la cabeza.
De todas formas te diré, por si de alguna manera te tranquiliza, que este es un pensamiento relativamente frecuente. La antigua confusión entre BDSM y sadomasoquismo patológico ha hecho y todavía hace mucho daño, a pesar de los esfuerzos reiterados por transmitir información seria sobre el tema (tanto desde sectores comprometidos como desde el ámbito académico) y de la progresiva normalización de las sexualidades alternativas.
Tampoco ayuda mucho la imagen del BDSM que puntualmente se refleja en algunos medios de comunicación y en determinados programas de televisión de gran audiencia, que a veces se apoyan en el viejo prejuicio de que el BDSM es el colmo de la perversión, cargándolo de dramatismo, explotando su aura de cosa prohibida y dando más notoriedad a los que viven profesionalmente del tema que a la gente que lo disfruta tranquilamente en la intimidad sobre la base de la complicidad, el cariño y el afecto mutuo. Obviamente, los primeros siempre estarán más interesados que los segundos en aparecer en los medios. Más de una vez hemos visto y escuchado programas que utilizan el BDSM de forma descaradamente sensacionalista o burlona. No es raro, por desgracia, que gente bedesemera (o presuntamente bedesemera) aparezca en shows televisivos entremezclada con frikis del más diverso pelaje, presentada como si perteneciera a alguna extraña secta de encapuchados.
Hay personas que no conocen ni sienten el tema y que sinceramente piensan, desde su desconocimiento, que es cosa de gente un poco rara o frustrada, para la que el BDSM sería un último recurso para encontrar pareja. Cuando se toma contacto con él y se profundiza mínimamente en su conocimiento se comprueba enseguida que los tópicos y los estereotipos que circulan por ahí no se ajustan a la realidad. Más bien se alejan considerablemente de ella. La gente que practica BDSM es gente normal y corriente y la base social y cultural del mundo BDSM es amplia, heterogénea y extraordinariamente diversa.

Enlace a los resultados de una encuesta (2011-2012) sobre la experiencia BDSM centrada principalmente en el ámbito hispanoamericano.
No es menos cierto que la gente del BDSM acostumbra a ser prudentemente discreta y que raramente explicitará públicamente sus gustos si sabe o intuye que no se encuentra en un entorno favorable.

Debido a connotaciones culturales, religiosas, a la presión social, etc. también hay personas que tratan de ignorar, minimizar, rechazar o silenciar la atracción que en algún momento sienten por el BDSM o alguna de sus manifestaciones y que incluso se culpabilizan por tener este tipo de fantasías, considerándolas negativas.
Bastantes personas confiesan que su toma de contacto con el tema no estuvo exenta de ciertos conflictos internos. Por un lado les atraía fuertemente, pero por otro lado estaban ahí los temores y los prejuicios ancestrales. Por lo tanto no es tan extraño que surja la pregunta ¿soy un bicho raro?
Pues no. De ninguna manera. Este no es un gusto mayoritario. Para disfrutarlo hay que sentirlo y no todo el mundo lo siente. Pero no es nada raro, ni mucho menos.
Según datos del prestigioso Kinsey Institute, en los Estados Unidos, entre un 5 y un 10 % de la población practica BDSM aunque sea ocasionalmente. Asimismo, un 14 % de hombres y un 11 % de mujeres tuvieron en algún momento experiencias sexuales con toques BDSM. Más todavía: un 11 % de hombres y un 17 % de mujeres jugaron alguna vez con ataduras.
El mismo Kinsey Institute constata que la incidencia de trastornos psicopatológicos, depresión, ansiedad, etc. entre las personas que practican BDSM no presenta diferencias significativas con respecto a su incidencia entre el conjunto de la población. O sea, que la gente que practica BDSM no es gente trastornada.
En España, según un estudio sobre actitudes y prácticas sexuales realizado por el CIS Centro de Investigaciones Sociológicas (estudio 2738, de 2008) un 4.8 % de las personas que usan juguetes para sus relaciones sexuales declaran que utilizan cosas para atar como esposas, grilletes, arneses o cuerdas.
El mismo estudio ofrece datos interesantes sobre el consenso, una de las bases sobre las que se fundamenta la práctica del BDSM. Un 50.6 % se muestra muy de acuerdo con esta frase: Mientras no se haga daño a nadie, y se trate de adultos que consienten libremente, nadie tiene por qué decir qué es lo que se puede o no hacer en una relación sexual. Otro 43.1 % dice estar bastante de acuerdo. La suma de los muy de acuerdo y los bastante de acuerdo alcanza el 93.7 %.
En la misma onda, un 45.7 % dice estar muy de acuerdo con la frase En una relación sexual vale todo, siempre que los dos estén totalmente de acuerdo mientras que el 46.0 % está bastante de acuerdo.
También refiriéndose a España, el informe Durex sobre bienestar sexual GSWS de 2007-2008 atestigua que un 2 % de encuestados practica BDSM y que a un 4 % le gustaría incorporarlo a su vida sexual (en el informe Durex 2012 esto último se sitúa en el 3%). Según la misma encuesta, a nivel global, el porcentaje de personas que practican BDSM, tanto hombres como mujeres, asciende al  3 %.
Extrapolando estos datos (4 % de personas que desearían probar el BDSM y 2% de practicantes) podría suponerse, por ejemplo, que en un avión con 150 pasajeros a bordo, podrían encontrase unas 6 personas interesadas por el BDSM y hasta 3 practicantes, que no es poco. O que en un centro de trabajo o en un aula universitaria de unas 50 personas podría haber por lo menos otra, además de ti, que fantasea con el tema.

O sea: no estás solo con tus fantasías BDSM. Hay mucha más gente completamente normal, como tú, que comparte estas fantasías, aunque a lo mejor no se atreve a llevarlas a la práctica o a expresarlas abiertamente.
No lo atestigua únicamente el análisis sociológico. Indicio evidente del profundo arraigo de las fantasías BDSM es por ejemplo su utilización como recurso publicitario, algo relativamente frecuente. En la publicidad, movida por una industria potentísima que suele apelar a las emociones y los instintos básicos para vehicular sus mensajes, no es difícil encontrase con guiños bedesemeros. Y no sólo en los anuncios. También en el ámbito de otras industrias no menos potentes, como la de la moda o la del espectáculo. Son sobradamente conocidos los toques fetichistas y BDSM que adornan las canciones, los shows y los videoclips de artistas como MadonnaLady Gaga, Christina Aguilera, Rihanna, etc.
La estética fetichista y la parafernalia que suele envolver las fantasías BDSM resulta tremendamente atractiva. Aunque lo que se ve en fotografías y películas son sueños que poco tienen que ver con el BDSM real, constituyen un potente llamador, al igual que determinadas películas, cómics u obras literarias que se aproximan al tema o se centran en él. Su belleza posee un extraordinario poder de seducción.

WhipMaster
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NOTAS
Sobre BDSM y publicidad podéis ver las entradas del BdeWM que llevan la etiqueta publicidad/advertising. En Club Sumisión existe un hilo sobre el tema que ha registrado aportaciones francamente interesantes.
   

9- Esto me atrae: ¿soy un bicho raro?

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